LA MUERTE DE PEPE-ILLO (Curiosidades)

Pepe-Illo
Pepe-Illo

Muchos aficionados, medianamente leídos, conocen muchos datos biográficos de los primeros toreros históricos, como Costillares, Pedro Romero, Pepe-Illo, etc.

De éste último, José Delgado Guerra, alias “Pepe-Illo”, sabemos de su gran competencia profesional en los ruedos con Pedro Romero y que encontró la muerte, en aquel lejano 11 de Mayo de 1801, en las astas del toro “Barbudo”, lidiado en séptimo lugar, de la vacada de D. José Rodríguez, de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca).

También sabemos que en aquella famosa corrida alternaba con José Romero (hermano de Pedro Romero) y con Antonio de los Santos, y como media espada Juan Núñez “Sentimiento”.

Sabemos, también, que su actuación estaba “ajustada” en 2.800 reales y que la presenció la reina Doña María Luisa de Borbón-Parma (Esposa de Carlos IV y que en una carta a su “querido” Godoy le describió aquel luctuoso percance), y que estuvo acompañada por la duquesa de Osuna, con la que el torero sevillano mantuvo ciertos escarceos amorosos.

Y que mientras el toro lo tuvo prendido en sus astas, durante largo tiempo, su picador Juan López arremetió contra el astado y le puso un puyazo “a caballo levantao” que no sirvió de nada para salvar la vida de su maestro; acontecimiento que fue inmortalizado por Goya en la litografía número 39, de la serie “La Tauromaquia”.

Cogida de Pepe-Illo
Cogida de Pepe-Illo

Pero de lo que jamás había tenido conocimiento era del “Parte Facultativo” con los detalles y destrozos que produjo la mortal cornada.  Y “hete aquí” que brujuleando, como algunas veces me encuentro, me topé, en la biblioteca digital de Castilla y León, con una obra titulada: “Apuntes históricos acerca de LA FIESTA DE TOROS EN ESPAÑA”, tomo I, libro II, Córdoba 1897, escrita por D. Isidro Gómez Quintana, quien en su Capítulo VI, página 159, incluye dicho parte facultativo, poniendo de manifiesto lo espeluznante que fue aquella tragedia, de la que podemos decir que fue una “cogida de caballo”, dicho en el argot taurino, de cuyos enormes destrozos difícilmente podemos encontrar parangón y cuyo horripilante relato es el siguiente:

    “Terminada la funesta corrida del 11 de Mayo de 1801, el cadáver del infortunado Pepe-Illo fue conducido al Hospital general, acompañado del personal de ambas cuadrillas, de infinitos amigos, y cientos de gentes del pueblo.

     En dicho benéfico establecimiento, se le hizo la autopsia, cuyo parte certificado lo hizo sacar el Sr. D. Antonio Sanmartín, para una obra suya, y cuyo pormenor es el siguiente:

                 Parte Facultativo de “Pepe-Illo”

“… Tenía una herida en el epigastrio inmediatamente por debajo del cartílago xifoides, de seis pulgadas de extensión, la que se hizo penetrante a la cavidad del vientre, en cuyo sitio lisió el homento, dividió la porción transversal del intestino colón; hirió el estómago en su cara posterior cerca de una pequeña corvadura, dividió enteramente el pequeño lóbulo del hígado, desde cuyo sitio se dirigió al grande lóbulo y en él hizo un grandísimo destrozo separando todas las adherencias que tiene con el diafragma, en el que hizo una herida de tanta extensión que todo el lóbulo mayor del hígado pasó por ella a la cavidad del pecho, hiriendo también el pulmón derecho. Pasó el mediastino, dividió el pericardio y salió una de las astas por la parte superior del pecho de uno y otro lado, produciendo dos heridas de dos pulgadas de extensión cada una entre la segunda y tercera costilla verdaderas del lado derecho, por su porción interior, y algunas por su parte media y posterior; dislocó la cuarta por su articulación vertebral, fracturó otras cuatro de las verdaderas, con una dislocación de la sexta y habiendo dividido en todo este trayecto muchos y considerables vasos, se siguió un gran derrame sanguíneo en la cavidad vital, y en su consecuencia se verificó la muerte momentáneamente, pues cada una de las heridas por sí sola era mortal.”

  El entierro del infortunado Pepe-Íllo se verificó en la mañana del siguiente día de la cogida 12 de mayo, en el que según el notable escritor D. José de la Tijera, la compasión que inspiró “se renovó por las innumerables gentes que ocupaban las dilatadas plazas y calles que hay desde el Hospital general en que estaba depositado el cadáver, hasta la parroquia de San Ginés, en que fue sepultado y conducido con laudable y edificante profusión dispuesta por la gratitud de su amado discípulo e inseparable compañero Antonio de los Santos”.

     Entre las innumerables poesías que dedicaron a José Delgado, después de su muerte, copiamos el siguiente epitafio:

“Pasajero; aquí yace sepultado

Aquel famoso Illo, aquel torero,

Que habiendo sido siempre celebrado

Tuvo al fin desgraciado paradero:

Detén el paso; míralo postrado,

No celebres su orgullo lisongero;

Pues toda gloria vana desfallece

Y el que busca el peligro, en él perece”.

El Actor Julián Romea
El Actor Julián Romea

     Hasta aquí, amigo aficionado, un relato que, a pesar de lo terrorífico que fue, merece la pena conocer ya que pone de manifiesto la verdad de la fiesta y que la tragedia no solo está presente cada vez que un torero se enfrenta a un toro, sino que, además, en los toros se muere de verdad, como le dijo el célebre “Cúchares” al actor D. Julián Romea en una corrida: “Uzté dizimule, D. Julián, que otra vez sardrá mejó la faena…, y arrepare, que aquí abajo no ze muere de metirijiya como en las tablas”.

¡¡¡ Esa es la Verdad, Autenticidad y Grandeza de la Fiesta de los Toros !!!

    Plácido González Hermoso.

 

 

Muchos aficionados, medianamente leídos, conocen muchos datos biográficos de los primeros toreros históricos, como Costillares, Pedro Romero, Pepe-Illo, etc. De éste último, José Delgado Guerra, alias “Pepe-Illo”, sabemos de su gran competencia profesional en los ruedos con Pedro Romero y que encontró la muerte, en…

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